domingo, 13 de noviembre de 2011

Policía encuentra el cadáver de colombiana desaparecida en Berlín


Se desconoce el paradero de la colombiana en Berlín


A Julissa Andrea Javela Valencia la mató su esposo, de nacionalidad alemana.

En la madrugada del viernes 11 de noviembre, tirado debajo de un puente en una zona deshabitada del barrio Marzahn, en el oriente de Berlín, fue encontrado el cadáver de la colombiana Julissa Andrea Javela Valencia, reportada como desaparecida desde el pasado 3 de octubre.
Agentes del Departamento de Policía Criminal de la capital alemana encontraron el cadáver de Javela luego de varios interrogatorios practicados a su ex marido, el alemán Helmut Kühn, que desde el pasado jueves 10 de noviembre se encontraba en detención preventiva como principal sospechoso de la desaparición de la colombiana, de 33 años, madre de dos hijos -de cinco y siete anos de edad- y residente en Berlín desde el 2003.
La Policía alemana confirmó a ELTIEMPO que el cerco de sospechas sobre el germano, de 47 anos y gerente de un club de accionistas privados de la capital alemana, se había cerrado dos semanas atrás gracias a la cooperación con los investigadores de varios amigos y conocidos de Julissa Andrea, quienes entregaron testimonios sobre "la deteriorada relación que vivía Julissa Andrea con su ex marido y sus planes de regresar a vivir en Colombia con sus dos hijos".
La cooperación fue clave. Inicialmente, fue el detenido quien denunció la desaparición de su ex esposa ante la Policía, pero con base en los testimonios de los amigos de la víctima el caso pasó al Departamento de criminalística "que detectó inconsistencia y contradicciones en sus declaraciones, por lo que le dictó auto de detención preventiva", dijo un vocero policial.
Kühn sólo aceptó haber dado muerte a su ex esposa y madre de sus hijos una vez que la Policía encontró el cadáver y confirmó su identificación.
Según los investigadores, el resultado de la autopsia, practicada el sábado en la tarde, será clave en la definición del tipo de delito, entre homicidio o asesinato, que la Fiscalía le imputará a Kühn, en ambos casos bajo el agravante de falso testimonio y obstrucción de la investigación.
Igualmente, la Policía señaló a EL TIEMPO que desde el pasado jueves los hijos de Julissa Andrea se encuentran recluidos en un hogar de huérfanos y protección al menor a la espera de que familiares, del padre o de la madre, se hagan presentes para reclamar su custodia.
Esta circunstancia hace todavía más dramática la situación de la madre de Julissa Andrea, Rosalba Quintero, quien desde el momento en que este diario publicó la alarma por la desaparición de su hija declaró su sospecha contra el ex marido y su temor por el estado de desamparo de sus nietos.
"Estoy segura de que su ex esposo tuvo que ver con su desaparición.Hablé con mi hija por última vez el 21 de septiembre y ella me dijo que tenía temor de estar con él porque la tenía amenazada.Le aconsejé que no estuvieran juntos a solas y respondió que tenía que verlo porque ambos tenían la custodia de sus hijos. Me confesó que el único motivo que tenía para quedarse en Alemania eran sus hijos. No contemplaba, bajo ninguna condición, dejarlos solos en Alemania", relató Quintero.
Según la ley alemana, a la madre de Julissa Andrea le asiste el derecho de reclamar legalmente la custodia de sus nietos, para lo cual depende de la asistencia y asesoría jurídica del Consulado de Colombia en Berlín.

Patricia Salazar F., para ELTIEMPO desde Berlín


Madre busca a su hijo desaparecido hace 26 años en tragedia de Armero


Sobreviviente de armero



Claudia Mercedes Ramírez asegura que su hijo, Andrés Felipe, sobrevivió a la avalancha.

Estaba ahí, temblando, untado de barro, bebiendo algo. Estaba vivo, tan vivo como permanecen el olor a hojas frescas, a humedad y el sonido de las chicharras del pueblo en mi mente. Eso cuenta Claudia Mercedes Ramírez, una mujer que hace menos de un mes vio una nota para televisión en la que vio a su hijo, desaparecido en la tragedia de Armero, hace 26 años.
Era real; por fin, pudo comprobar lo qué le dictaba su corazón, lo que veía en sus sueños, que Andrés Felipe, su pequeño hijo de cinco años, había sobrevivido.
Para ese 13 de noviembre de 1985, Claudia era una joven estudiante de Odontología en Bogotá. Su pequeño, de cinco años, se quedaba entre semana con sus abuelos, el director de la Cruz Roja en Armero y su mamá, ama de casa, mientras ella y su hermano, como muchos armeritas, buscaban un futuro profesional en la capital.
Eso sí, viajaba todos los fines de semana con el rostro de su hijo en la cabeza, sus muecas de bebé y el anhelo de llegar pronto para estrecharlo entre sus brazos. Así lo hizo dos días antes de la fatalidad, sin sospechar que, luego, todo desaparecería, incluso su pequeño.
"Recuerdo que ese fin de semana hubo una fiesta muy buena en el Club Campestre. Era un ambiente muy familiar y, con mi papá, repartí volantes para que la gente se preparara para una posible inundación, pues se sabía que funcionarios de Ingeominas la habían anunciado, luego de analizar unas piedras que habían caído en la represa del río Lagunilla", añadió Claudia, pero la gente miraba con agradecimiento el pequeño papel, que luego quedaba refundido en un bolsillo o vuelto añicos en una caneca. 
Ese fin de semana feliz terminó con una despedida en un carro y un lapso en el que Claudia le propuso a su mamá llevarse a Andrés Felipe a Bogotá por si había alguna inundación. "¡Ay, mijita! Tú estás en exámenes finales. Mejor, termina y te vienes",  fue la respuesta. 
Dos días después,  Claudia se hallaba en una oficina de la Defensa Civil, en la calle 57 con carrera 18, en Bogotá,  tratando de buscar, por radioteléfono, una mínima información sobre su Armero, sobre su familia, pero nadie respondía, nadie sabía nada.
Por fin, el preludio de la tragedia. Un amigo de la familia, durante una comunicación entrecortada, le dijo que algo había pasado, que se oían explosiones y que solo se veía oscuridad.
Entonces, no había otra opción sino la de viajar en busca de su pueblo. "Estábamos tan confundidos, que hasta pensamos en alquilar un helicóptero pero, al final, partimos en un Renault 4 a Armero, junto con seis amigos más".
Durante el silencioso camino, las noticias que hablaban de la desaparición de Armero eran criticadas con desdén pero, cuando llegaron y vieron las lánguidas caras de un amigo de la familia, que no pronunciaba palabra alguna y luego un camión azul de transporte de ganado del que se bajaban personas cubiertas de barro, que caminaban como zombis, la pesadilla era real.  "Cuando llegué a Lérida (Tolima), la película se me borró. Hoy, recuerdo esos diez días como una nebulosa en mi cabeza".
Claudia no sabe si comió, si durmió, si se bañó durante esos días en los que buscó desesperadamente a su hijo, y solo le llegan escenas como sacadas de una película de terror que, tal vez, su mente borró para no desgarrarse el alma. "Los que vivimos la tragedia, ya estuvimos en el infierno".
La siguiente vez que Claudia fue consciente caía agua caliente sobre su rostro. Su primera búsqueda había terminado, sin hallar rastro de su familia. Comenzaba la segunda parte de tragedia, una que aún no ha terminado: la incertidumbre de no saber qué ha sido de su hijo, que hoy tendría 31 años. "La ropa se me había pegado al cuerpo y sentía que me arrancaban la piel. Me dolía seguir viviendo".
Claudia siguió con su vida, porque la rodearon personas que le ayudaron a salir avante de su crisis. Se casó, tuvo dos hijas, pero nunca ha descansado en la búsqueda de su hijo. "Tenía esperanza, porque un amigo de mi hermano dijo hace muchos años que había observado un video en el que un niño decía que era Andrés Felipe y que era hijo mío, pero así quedó la cosa".
Durante años, la búsqueda se centró en recortes de periódico, reuniones con víctimas e, incluso, en viajes al exterior para encontrar a niños adoptados después de la tragedia en Israel, en Estados Unidos, en toda Europa, pero hace un mes, una crónica de Pirry, en la que se muestra una fugaz imagen de Armero incendió de nuevo los motores de su corazón. "¡Dios mío, ese es mi hijo, mi hijo vivo! Ahora, lo seguiré buscando", dijo con una leve sonrisa de esperanza.
Claudia tiene otro cuadro en su cabeza: el de su hijo cuando decía que quería ser perro, cuando se disfrazaba de hombre araña, cuando se acostaban juntos y se dormían mirándose a los ojos. "Ya te he buscado por cielo y tierra; por favor hijo, búscame a mí".


Estudiantes anuncian que levantarán el paro, pero con tres condiciones


La resurrección de los estudiantes



La fecha del retorno a clases se determinará cuando se cumplan las condiciones exigidas.

Las tres condiciones son: el retiro oficial en el Congreso del proyecto de reforma a la educación, un compromiso del Gobierno de que el nuevo proyecto no se presente hasta que sea concertado entre todos los actores y la desmilitarización de las universidades que en estos momentos se encuentran con presencia de militares, como la Tecnológica de Pereira.
El comunicado oficial de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) se dará a conocer en los próximos minutos.
Los estudiantes ganaron su primer pulso y lograron frenar la reforma
Era 1971. Marcelo Torres, estudiante de sociología de la Nacional, lideraba un movimiento estudiantil que se le rebeló al ministro de Educación de la época, Luis Carlos Galán. Ese líder universitario, hoy alcalde electo de Magangué (Bolívar), recuerda dos reivindicaciones claves de su movilización, que duró casi un año: cogobierno (estudiantes y profesores con poder de decisión en las universidades) y más recursos para la educación.
En ese entonces, se declaró el estado de sitio y el Gobierno cerró por decreto 30 instituciones. Los estudiantes se fueron a la calle con su programa mínimo, dieron la pelea en medio de represiones y lograron que los llamaran a dialogar. "Ganamos el forcejeo", recuerda Torres, quien encuentra muchas similitudes entre aquellos estudiantes 'setenteros' y los que esta semana consiguieron que el Gobierno retirara su proyecto de reforma de la educación superior. "Tienen unidad y persistencia, además de la influencia de una ola mundial de inconformismo", dice.
Las movilizaciones de este año, que arrancaron el 7 de abril y que en los últimos tres meses se hicieron más masivas y notorias, son las más grandes de las últimas cuatro décadas y abrieron una coyuntura importante para sentar a todos los sectores a discutir la reforma ideal, punto por punto, como lo dijo el mismo presidente Juan Manuel Santos.
Demostración de fuerza
Según el sociólogo Fernando Quintero, este movimiento también generó un sentimiento de renovación frente a esa idea de que los jóvenes son apolíticos. "Ante cierto pesimismo, no creíamos que con marchas lograrían ganarles el pulso a la institucionalidad y al Establecimiento. Pero estos últimos días quedó en evidencia que la gente que se moviliza puede lograr cosas que antes parecían imposibles. Ahora, los gobiernos van a tener más en cuenta a las personas que puedan ser afectadas con sus políticas, pues se pueden lanzar a las calles y esto les sale más costoso", explica.
Pero para el presidente de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), José Fernando Isaza, también hay que celebrar la actitud del presidente Santos al reconsiderar su propuesta. "Pocas veces se ha visto que un gobierno tenga el coraje de decir: es mejor discutirlo y analizarlo antes de llevarlo al Congreso", afirma. "Es muy positivo este cambio en la relación Gobierno-ciudadanos -agrega-, porque refleja que si los estudiantes hacen planteamientos profundos y analizados sobre un proyecto gubernamental, este puede llegar incluso a ser retirado".
Siguen las propuestas
Nadie desconoce la fuerza y resonancia que pusieron al Gobierno a retractarse, pero muchos analistas coinciden en que hay que esperar el juicio de la historia antes de calificar esta movilización como un hito. "El ambiente internacional, particularmente lo que ha pasado en Chile y con los 'indignados', les dio un impulso con ánimo transformista a los estudiantes colombianos y los empujó a reivindicar la educación pública -admite Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional y quien durante 30 años ha sido profesor de esta institución-. Pero yo he sido testigo de muchos movimientos estudiantiles y cuando uno vive el momento le parece que es el más glorioso."
Hasta ahora, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) -creada oficialmente el 20 de agosto pasado en el seno de la Universidad Distrital- ha logrado canalizar el malestar estudiantil de todo el país, articular un discurso único y demostrar su poder de movilización. Ahora, según el sociólogo Fabián Sanabria, la concertación debe ser su carta de juego. "Esta expresión social, cultural y artística debe dar paso a una muestra de inteligencia negociadora: más propuestas que protestas".
El arte de protestar: del exceso al seso
Más que por sus desmanes, el movimiento estudiantil se ha caracterizado por incorporar expresiones creativas, como las 'besatones' y los abrazos a los policías antidisturbios. Según el sociólogo Fabián Sanabria, los universitarios lograron así sintonizarse con el afecto de los ciudadanos. Para el ex rector de la Nacional y ex alcalde Antanas Mockus, estas formas de protesta buscan despertar simpatía y, en lugar de molestar al ciudadano, "lo atraen por su carácter juguetón".
Aún no es histórico
Para el historiador Mauricio Archila no se puede afirmar que este movimiento representa una ruptura. "Hay que darles tiempo a los resultados. Sin duda es masivo y organizado, pero distinto a los de los 60 y 70, cuando había grupos juveniles de organizaciones políticas, muy relacionados con las izquierdas. El actual no es el brazo de ningún partido, pero sí tiene un objetivo político", dice.
Los puntos para negociar
Financiación de la educación pública en los próximos años que contemple incrementos. El Gobierno quiere condicionar la entrega de nuevos recursos a una acreditación de calidad.
Gobierno universitario y una autonomía de alcance. Los estudiantes piden también créditos para que las universidades amplíen su infraestructura tecnológica.
Concepción de la investigación, no solo desde la perspectiva científica, sino también desde una visión más amplia que incluya las expresiones artísticas y culturales.
Reglas de juego claras en torno al crédito educativo. Los estudiantes exigen, además, equidad en el acceso y la permanencia del sistema y el bienestar universitario.
Homogenización de los centros educativos. Esta propuesta del Gobierno permite que todas las instituciones de educación superior ofrezcan el mismo tipo de programas.
Redefinición de la inspección y vigilancia de las universidades de 'garaje' que ofrecen carreras sin valor. Además, una política de calidad educativa basada en la innovación.