domingo, 13 de noviembre de 2011

Estudiantes anuncian que levantarán el paro, pero con tres condiciones


La resurrección de los estudiantes



La fecha del retorno a clases se determinará cuando se cumplan las condiciones exigidas.

Las tres condiciones son: el retiro oficial en el Congreso del proyecto de reforma a la educación, un compromiso del Gobierno de que el nuevo proyecto no se presente hasta que sea concertado entre todos los actores y la desmilitarización de las universidades que en estos momentos se encuentran con presencia de militares, como la Tecnológica de Pereira.
El comunicado oficial de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) se dará a conocer en los próximos minutos.
Los estudiantes ganaron su primer pulso y lograron frenar la reforma
Era 1971. Marcelo Torres, estudiante de sociología de la Nacional, lideraba un movimiento estudiantil que se le rebeló al ministro de Educación de la época, Luis Carlos Galán. Ese líder universitario, hoy alcalde electo de Magangué (Bolívar), recuerda dos reivindicaciones claves de su movilización, que duró casi un año: cogobierno (estudiantes y profesores con poder de decisión en las universidades) y más recursos para la educación.
En ese entonces, se declaró el estado de sitio y el Gobierno cerró por decreto 30 instituciones. Los estudiantes se fueron a la calle con su programa mínimo, dieron la pelea en medio de represiones y lograron que los llamaran a dialogar. "Ganamos el forcejeo", recuerda Torres, quien encuentra muchas similitudes entre aquellos estudiantes 'setenteros' y los que esta semana consiguieron que el Gobierno retirara su proyecto de reforma de la educación superior. "Tienen unidad y persistencia, además de la influencia de una ola mundial de inconformismo", dice.
Las movilizaciones de este año, que arrancaron el 7 de abril y que en los últimos tres meses se hicieron más masivas y notorias, son las más grandes de las últimas cuatro décadas y abrieron una coyuntura importante para sentar a todos los sectores a discutir la reforma ideal, punto por punto, como lo dijo el mismo presidente Juan Manuel Santos.
Demostración de fuerza
Según el sociólogo Fernando Quintero, este movimiento también generó un sentimiento de renovación frente a esa idea de que los jóvenes son apolíticos. "Ante cierto pesimismo, no creíamos que con marchas lograrían ganarles el pulso a la institucionalidad y al Establecimiento. Pero estos últimos días quedó en evidencia que la gente que se moviliza puede lograr cosas que antes parecían imposibles. Ahora, los gobiernos van a tener más en cuenta a las personas que puedan ser afectadas con sus políticas, pues se pueden lanzar a las calles y esto les sale más costoso", explica.
Pero para el presidente de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), José Fernando Isaza, también hay que celebrar la actitud del presidente Santos al reconsiderar su propuesta. "Pocas veces se ha visto que un gobierno tenga el coraje de decir: es mejor discutirlo y analizarlo antes de llevarlo al Congreso", afirma. "Es muy positivo este cambio en la relación Gobierno-ciudadanos -agrega-, porque refleja que si los estudiantes hacen planteamientos profundos y analizados sobre un proyecto gubernamental, este puede llegar incluso a ser retirado".
Siguen las propuestas
Nadie desconoce la fuerza y resonancia que pusieron al Gobierno a retractarse, pero muchos analistas coinciden en que hay que esperar el juicio de la historia antes de calificar esta movilización como un hito. "El ambiente internacional, particularmente lo que ha pasado en Chile y con los 'indignados', les dio un impulso con ánimo transformista a los estudiantes colombianos y los empujó a reivindicar la educación pública -admite Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional y quien durante 30 años ha sido profesor de esta institución-. Pero yo he sido testigo de muchos movimientos estudiantiles y cuando uno vive el momento le parece que es el más glorioso."
Hasta ahora, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (Mane) -creada oficialmente el 20 de agosto pasado en el seno de la Universidad Distrital- ha logrado canalizar el malestar estudiantil de todo el país, articular un discurso único y demostrar su poder de movilización. Ahora, según el sociólogo Fabián Sanabria, la concertación debe ser su carta de juego. "Esta expresión social, cultural y artística debe dar paso a una muestra de inteligencia negociadora: más propuestas que protestas".
El arte de protestar: del exceso al seso
Más que por sus desmanes, el movimiento estudiantil se ha caracterizado por incorporar expresiones creativas, como las 'besatones' y los abrazos a los policías antidisturbios. Según el sociólogo Fabián Sanabria, los universitarios lograron así sintonizarse con el afecto de los ciudadanos. Para el ex rector de la Nacional y ex alcalde Antanas Mockus, estas formas de protesta buscan despertar simpatía y, en lugar de molestar al ciudadano, "lo atraen por su carácter juguetón".
Aún no es histórico
Para el historiador Mauricio Archila no se puede afirmar que este movimiento representa una ruptura. "Hay que darles tiempo a los resultados. Sin duda es masivo y organizado, pero distinto a los de los 60 y 70, cuando había grupos juveniles de organizaciones políticas, muy relacionados con las izquierdas. El actual no es el brazo de ningún partido, pero sí tiene un objetivo político", dice.
Los puntos para negociar
Financiación de la educación pública en los próximos años que contemple incrementos. El Gobierno quiere condicionar la entrega de nuevos recursos a una acreditación de calidad.
Gobierno universitario y una autonomía de alcance. Los estudiantes piden también créditos para que las universidades amplíen su infraestructura tecnológica.
Concepción de la investigación, no solo desde la perspectiva científica, sino también desde una visión más amplia que incluya las expresiones artísticas y culturales.
Reglas de juego claras en torno al crédito educativo. Los estudiantes exigen, además, equidad en el acceso y la permanencia del sistema y el bienestar universitario.
Homogenización de los centros educativos. Esta propuesta del Gobierno permite que todas las instituciones de educación superior ofrezcan el mismo tipo de programas.
Redefinición de la inspección y vigilancia de las universidades de 'garaje' que ofrecen carreras sin valor. Además, una política de calidad educativa basada en la innovación.

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